Pensamientos ingeniosos de un imbécil de 23 años recién cumplidos (III)

Aforismos de juventud

 

¡Qué admirable es aquél que hace el bien sin ni siquiera caer en la cuenta de lo que está haciendo! ––Pues éste, al acometer la buena acción, no ha pensado ni en su deber ni en el derecho de los otros, no se ha sometido a obligaciones morales: el bien le mana espontáneo, su corazón es fresco y tierno como un pedazo de pan recién hecho.

Aunque, por otra parte, ¡Qué admirable es aquél que hace el bien porque –y sólo porque– cree que es lo que debe hacer! –Pues éste sacrifica sus propios intereses a la bondad, renuncia a su egoísmo, se sobrepone –incluso se contrapone– a la naturaleza: es un mártir del amor (sólo es mártir quien se percata de su martirio).

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Te voy a dar una lección, amigo mío, con la esperanza de que la aprendas: yo no soy quién para darte lecciones. Desconfía de mí, jamás se te ocurra juzgarme un valor absoluto: no soy Dios, y si no lo recuerdas, acabaré defraudándote, y dejaremos de ser amigos.

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Soy como la espiga de trigo: la más leve brisa la doblega, pero ni siquiera un huracán puede desarraigarla. Por esto, ni los más feroces ventarrones son capaces de arrastrar consigo a la endeble espiga: porque ésta se ha humillado tantas veces, conoce tan bien sus inevitables flaquezas, que nunca se creerá Dios.

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¿Quieres ser un héroe? –Mantén tensos tus músculos, vigilante tu consciencia: siempre al acecho de la circunstancia oportuna para tu heroísmo, esperada por él. Puede que sí, puede que no; quizá llegues a ser un héroe.

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¿Por qué dije antes que la vida es una apuesta perdida? –Porque sé que es imposible que llegue a ser el que quiero ser, llegue a tener lo que quiero tener, llegue a vivir tal y como aspiro a vivir. Lo lógico, entonces, sería que me suicidase de una puta vez. Pero… ¡me gusta tanto el acto ilógico de quien lucha rabiosamente aunque –o precisamente por ello– se sepa perdedor! ¡Bendita lucha desesperada!