Yo amo como ama la memoria la permeabilidad de los límites. El poder de una hoguera. Este mundo abarcable de contornos muy vivos conforme a cada página que pasa, que no calla, por la que da la vida.
Amo seguir un sueño de palabras invencibles en la armonía de la sustancia humana.
Tantos sueños vividos crecen entre mis manos, como partes de una ilimitada voluntad. Amo como golpea la pasión, dolorosa y sabiamente.
Amo los límites de lo escrito y de lo que no llegaré a escribir, fruto de lo que amé, consecuencia de lo olvidado. Amo las cosas mías, las que di, las que guardé, las que no tengo.
Amo el sigilo con que escondemos lo cierto en nosotros, los espejismos en nuestras mentes, la necesidad de escapar de este mundo no nuestro.
Amo los instantes en los que aprendí, de lo que me sirvió, de lo inservible, de lo olvidado y no retornable.
Amo como si estuviera al borde del caos y entender tan fácilmente los silencios. Amo el terror y la envoltura diaria que enmascara el camino seguro, de lo que ilumina para poder apagarse.
Amo la luz cuando pesa más que la alegría, la pregunta sin responder.
Amo la capacidad en los límites de la palabra y la palabra capaz de delimitar el significado ilimitado.
La polisemia inabarcable.
Imagen Silvia Japkin, Ways of reading