No quisiera embriagarme en vulgares excusas como el “no sé” o “no puedo”, que dulcifican o atormentan al “no quiero”.
El eco del recital
Myriam SoterasSusurros a bocajarroCon la miel de su palabra entre las sienes
y la envidia otra vez en los zapatos.
Indignidad de la literatura
Lázaro CovadloLengua de lagartijaDudo que el de escritor sea un oficio honorable y no sé si el hecho mismo de escribir pueda ser algo digno.
Lo confieso: me gustan las tiendas de chinos
Felipe SérvuloCrónicas mínimasInesperadamente (son tan silenciosos), ha salido detrás de mí una china pequeñita.
El centrifugador de emociones
Marga IriarteLógica (pati) difusaMi prima Fifu es un ser maligno; me repugna que compartamos genes y apellido.
La rebelde
Pilar PedrazaAmores brujosQuien alcanza el equilibrio tiende a sobresalir, inflamado como una picadura de garrapata.
Redes
Lukas ReigOscuro, casi negroTodo hombre necesita un alma femenina que le proteja de sí mismo.
El soñador
Carlos TejedaLa vida y nada másMi abuelo desarrolló una imaginación desbordante a causa de su trabajo como guardagujas en un villorrio perdido.
Tu cabeza
Luisa MartinaAmor anatómicoMe gustan los paseos largos entre lóbulos,
los paseos lentos mitocondriales