¡Cuántas veces hemos pensado en renacer y dejar los apuntes a un lado! Tomar el rumbo decididamente hacia otra posibilidad; dar el salto.
El momento ya está aquí y vino anunciando mediodías de estreno.
Este mes de cambio y renovación nos muestra su aleteo: combado o azotado por el viento, pero, al fin y al cabo, aletear es lo más importante. Pasar por marzo como por un ensanche peatonal, mirando al tendido, bendiciendo el regalo de la luz y los IDUS.
Los camareros bendicen las terrazas, cada calle despierta a otra mirada y los edificios dorados por una nueva luz emergen como carros blindados de la sombra que los obligó a agazaparse.
Delirio loco de niña enamorada que descubre cada día una palabra nueva.
Resonancia y angustia para los que ya no esperan otra primavera, pues saben ya que ésta será la última.
El tiempo corre siempre en contra desde que nos instalamos en el mundo, condenados ya de antemano a la carrera veloz del destierro, pero Marzo es esplendor y promesa. Lágrima fácil, hombro cercano en el cual estremecerse y suspirar, implorando beso y verano.