No quiero que imagines
una vida sin sustento
quiero que imagines
un horizonte sin culpas
la arquitectura de la tempestad
o el declive del eclipse de la luna blanca.
La vida ya no es igual
hemos aprendido
a poner límites a las cosas
a no renunciar a los domingos
ni a las noches donde el eterno beso
se hace sueño y compañía.
Así cuido de ti
armando las horas de los días
poniendo en los meses un poco de sol
algo de lluvia y una leve brisa
que nos acerque las manos
y aleje los errores de nuestros pies
de los labios
solo dejaremos caer palabras
cuyo significado nos sea propicio
así ahuyentaremos la tormenta.
Algún día
los otros se darán cuenta
de que lo distinto
vive entre las bambalinas de una vida
la nuestra.
Poema extraído del poemario inédito Siempre es de noche en Pyongyang