Hay pocas posibilidades de que esto pueda ir a peor

Isla Naufragio

 

Testimonio

Pues no señor, ahí te equivocas, después de lo peor viene lo pésimo, y de ahí en adelante las gradaciones van en aumento hasta el desastre más absoluto y total. No minusvalores la enorme capacidad que tienen las cosas y los humanos para alcanzar el deterioro y la destrucción.

Suerte tenemos que aunque hemos construido nuestra vida sobre el fracaso, no nos damos cuenta y conseguimos ser felices, o lo que sea. Pero, aunque consigamos engañarnos la mayor parte del tiempo lo peor es enemigo de lo bueno, lo peor es incómodo, y llega un momento en que las estrecheces son tan estrechas que las costuras se rompen. O sea, tu cabeza, las costuras de tu cabeza saltan por los aires y tú saltas con ellas.

¡Ay, ay!, que me ha entrado un temblor, ¡ay, ay!, que tengo una angustia, ¡ay, ay!, que ya no quiero vivir… Pero hombre, ¡cómo vas a querer vivir si vives en la cuerda floja! No has visto las señales de peligro y ahora el peligro se ha hecho realidad.

Jonas Jonasson escribió que cuando uno llega a la edad adulta le resulta más fácil reconocer lo bueno. O conformarse con lo que hay, digo yo. Lo contrario de no conformarse es ¡pum!, ya lo he dicho, saltar por los aires como un puto mono de feria que no puede controlar nada y menos su vida.

Esto puede ir a peor, no sigas lamentándote, fíjate en las señales. Por ejemplo, puedes encontrarte gente que te puede odiar por el simple hecho de dirigirles la palabra. Y la tienes a tu lado. Así como no existe el movimiento perpetuo tampoco existe el conflicto perpetuo, salvo que como en el movimiento se vaya empujando al conflicto para que no decaiga. Y entonces llega el dolor. Y el dolor también puede ir a peor.

Damián Samper, economista