Entretiempo

Susurros a bocajarro



Cuando estoy muerta estoy quieta, estoy desnuda y estoy a salvo.
Lo doloroso son esos dos entretiempos en los que respiro.
Mientras la vida me crece y me mengua me visto y me desvisto la piel para esconderla
del frío, del calor,
que no son graves,
–dicen ellos–,
pero son inesperados.

Disfrazarse de tibieza a cada rato tiene eso: llevar mil prendas en los bolsillos, en las orejas.
Acaban pesando puestas o guardadas, sin planchar –estoy hablando de mí–, ásperas, rígidas.
Tanto pon y quita hace unas llagas terribles. Pican como una urgencia y muchos arrepentimientos.

Sospecho las cicatrices.


Más artículos de Soteras Myriam

Ver todos los artículos de