Del fin al principio

Penúltima escena


—Levántate.

—No, acuéstate tú.

—Así no llegaremos a ningún lado.

—Aquí estamos bien.

—¿Sin hacer nada?

—No nos hace falta nada más.

—¡Pero hay que hacer algo, hay que tirar p’alante!

—P’alante está la muerte, moriremos.

—¿Cómo?

—Juntos.

—¿A la vez?

—No, tú primero.

—¿Por qué?

—Pa que no te duela tanto.

—¿Y tú?

—Yo te cuido hasta el final.

—¿Y tú?

—Yo sé cuidarme solo.

—No te creo.

—Tú primero.

—¿Y si me hago la muerta?

—Me daré cuenta.

—¿Y no te morirás?

—No, hasta que tú te mueras.

—¿Pa que no me duela?

—Claro.

—¿Cómo quieres que muera?

—Mirándome a los ojos.

—¿Sin decir nada?

—Nada.

—¿Ni una palabra?

—¿Cual?

—Te amo.

—Ya lo sé

—¿Cuándo quieres que me muera?

—Mañana.

—Nos queda un día.

—Sí.

—¿Y después?

—Mañana otra vez.

—¿Y al final?

—Tú primero.

—¡Gitano mío, dime algo bonito!

—Gitana.

—¡Más bonito!

—Gitana mía.

—¡Más!

—Miel, vicio, pecado… santa.

—¿Mañana entonces?

—Acuéstate.