De nuevo, Nazario

Retales

 

El lilo ha estallado en un escancio de racimos de flores que señorean el aire. Como cruces en ramillete otorgan luz entre el follaje.

La luz se tamiza a través de los intersticios del sombrajo.

Luce un sol tenue que acaricia la tierra y Nazario lee. Lee y pasa una a una las páginas de un libro antiguo.

Sólo se oye el trinar de los pájaros y el sonido sordo del gorgoteo de las torcaces.

Cerca, un gallo canta a destiempo espantando la tarde.

La cebada yace en el campo cual estera verde donde cobijarse, y aquí y allá, un arbusto redondo rompe la llanura.

El viento orea las hojas tempranas de la higuera.

A Nazario se le hace la boca agua al pensar en las primeras brevas.

Tuerce los párpados, suelta el libro y dormita cerrando los ojos.

La tarde lo mece. Se lo merece.

Suena el reloj de la torre en la lontananza. Dan las cinco.


Más artículos de Babra Anna

Ver todos los artículos de