Estoy seguro de que me encontrará interesante en cuanto se fije en el llavero que llevo visible fuera del bolsillo del pantalón, o la conquistaré gracias a mi reciente corte de pelo que me sienta tan bien, o si no caerá rendida ante este elegante polo que acabo de estrenar, o le resultaré irresistible por haber elegido este sofisticado cóctel como refrigerio, aunque, de momento, buscaré sus ojos para que nuestras miradas se entrelacen; y ese tío que me acaba de lanzar un guiño qué pretenderá, no se le ocurrirá invitarme a un combinado de esos a mí, que soy fiel a la cerveza, con ese ridículo atuendo que lleva que parece que acaba de salir de la oficina, y el repelús que me da el pelo tan corto, donde esté una buena melena y, para colmo, no se puede ser más hortera, con el caballito de esa carísima marca de coches colgando junto al muslo, en la vida me acercaría a un personaje así.