Juana Castillo, mesonera con las ideas muy claras, inauguró La Juana en 1995 sin apenas recursos y con una limitada oferta de productos, que mantendría a lo largo de los años y que llegaría a ser su seña de identidad.
Responsable de haber alcoholizado a medio barrio, la Juana es una persona tolerante, salvo por el tema de los porros; y a sus cincuenta años mal llevados, aún conserva cierta pinta de folklórica de su Jaén natal. Si no le miras las uñas, puede pasar por una señora con una manera muy personal de llevar su negocio.
Incluso cuando se podía fumar, en el bar nunca hubo ceniceros. Solo utiliza dos tipos de vasos: de tubo para los combinados y unas tazas de cristal para los carajillos. La cerveza se bebe directamente del botellín ya que tampoco dispone de cerveza de barril. A veces, cuando el bar está muy lleno a la Juana no le queda otro remedio que servir los cubatas directamente en las latas de refresco después de vaciarlas un poco en el fregadero.
De sobria decoración, paredes marrón tabaco, mesas y sillas de fórmica, la oferta de La Juana es limitadísima: no sirve bocadillos, ni pastas, ni helados… Solo alcohol.
Alcohol y café, café y alcohol. Dos tipos de coñac, el caro y el barato; dos calidades de ginebra; y así con el resto de licores dispuestos sobre estanterías de madera, detrás de la barra, que dan al local un aspecto minimalista.
Sin puertas ni ventanas, el bar, poco citado por los medios en Barcelona, llena a diario incluso en pleno invierno, que es como estar tomándose algo en la calle. La clientela se divide en dos clases: señores alcohólicos de más de cincuenta años que forman parte de la decoración y jóvenes que pasan a tomarse unas copas después del trabajo, o antes de salir de fiesta.
Aparte de los precios, los más bajos de Barcelona, diría yo, la Juana tiene una cualidad esencial: fía a todo el mundo. Es cierto que ha tenido problemas con tres o cuatro casos extremos a los que terminó por prohibirles la entrada. En el barrio eso significa mucho, si te echan de La Juana has tocado fondo de verdad. Todavía hay un par de opciones donde ir, como el Córdoba o el Andalucía, pero allí el ambiente y las constantes redadas no ayudan a pasar un rato agradable.
Merece la pena probar uno de sus famosos carajillos, sin duda uno de los más cargados de la ciudad condal. Generosa con la cantidad de alcohol en los combinados, La Juana es una buena opción si te gusta beber en cantidad y a buen precio.
Café 7,5
Bodega 6
Aseos 3,5
Servicio 9
Ambiente 7
Cocina 0
Puntuación 5,5
+ A favor: precios muy bajos, quizás los más bajos de la ciudad.
– En contra: la falta de ventanas y puertas hace que el local sea frío en invierno y abrasador en verano.
Dirección: Rambla Prim esquina Guipúzcoa, Barcelona.
Cierra: nunca.