Sándalos pervertidos
que anuncian las nuevas entristecientes
mientras las soberbias transiciones
encandilan la duplicidad de voces.
Escamas mascadas para mascullar
tradiciones oscurecedoras
entre los berridos arteros
de los asnos coquetos y ausentes.
Murmullos telúricos surgidos del eco
que provocan rompientes simas
entre las ácidas reuniones
inocuas y atronadoras de la villa.
Como zambombas zumbadoras
las manos aprisionan afectos
para cercenar amoríos rasposos
en los púlpitos más comunales.
Casi, casi, uno y otro se detuvieron
al alborear la nocturnidad
y el misterio de los abedules
se trasmutó en evidencias.
O, cómo no, al bajar el escalón
y al pasar a poniente,
unos descubrieron al embozado
y otros siguieron viviendo, sin más.
Porque los sándalos pervertidores
con escamas emasculadas
gritarán sones telúricos
al eco de zambombas zumbadas
casi, casi…
sin más… o menos